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Ambrose Bierce

DICCIONARIO DEL DIABLO


de Ambrose Bierce

Ambrose Bierce
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R

Rabdomante, s. El que con una varita adivinatoria busca metales preciosos en el bolsillo de un tonto.

Racional, adj. Desprovisto de ilusiones, salvo las que nacen de la observaci�n, la experiencia y la reflexi�n.

Radicalismo, s. El conservadorismo de ma�ana inyectado en los negocios de hoy.

Rana, s. Reptil de patas comestibles. El primero que las menciona en la literatura profana, es Homero, al relatar la guerra entre las ranas y los ratones. Los esc�pticos han dudado de que homero fuese el autor de esa obra, pero el erudito, ingenioso e industrioso doctor Schliemann resolvi� para siempre la cuesti�n al desenterrar los huesos de las ranas muertas. Una de las formas de persuasi�n moral que se ejercieron sobre el Fara�n, a quien le gustaban en "fricass�e", observ�, con verdadero estoicismo oriental, que �l pod�a aguantar el flagelo tanto tiempo como las ranas y los jud�os; esto oblig� a modificar el programa. La rana es una cantante diligente, de buena voz, aunque mal o�do. El libreto de su �pera favorita, escrito por Arist�fanes, es breve, sencillo y eficaz: brikikixkoax; la m�sica pertenece, al parecer, al eminente compositor Richard Wagner.

Rapacidad, s. Previsi�n sin industria. Poder ejercido econ�micamente.

Rat�n, s. Animal cuyo camino est� sembrado de se�oras desmayadas. As� como en Roma los cristianos eran arrojados a los leones, siglos antes, en Otumwee --la m�s antigua y famosa ciudad del mun do-- las mujeres herejes eran arrojadas a los ratones. EI historiador JakakZotp, nico otumw�s cuyos escritos han llegado a nosotros, dice que esas m�rtires enfrentaban la muerte con mucha agitaci�n y poca dignidad. Inclusive pretende (llevado por la malicia del fanatismo) disculpar a los ratones, declarando que las infortunadas mujeres perec�an, algunas de fatiga, otras rompi�ndose el cuello al caer, y algunas por falta de reconstituyentes. Pero si "la historia romana es nueve d�cimos de mentira", no podemos aspirar a una proporci�n menor de esa figura ret�rica en los anales de un pueblo capaz de crueldad tan incre�ble con bellas mujeres; coraz�n duro habla por lengua mentirosa.

Razonable, adj. Accesible al contagio de nuestras opiniones. Receptivo a la persuasi�n, la disuasi�n, la evasiva.

Razonar, v.t. Pesar probabilidades en la balanza del deseo.

Realidad, s. El sue�o de un fil�sofo loco. Lo que queda en el filtro cuando se filtra un fantasma. El n�cleo de un vac�o.

Realmente, adv. Aparentemente, quiz�; posiblemente.

Rebelde, s. El que propone un nuevo desgobierno, sin conseguir implantarlo.

Receta, s. Adivinanza, realizada por el m�dico, de lo que prolongar� mejor la situaci�n con menor da�o para el paciente.

Recluta, s. Persona que se distingue de un civil por su uniforme, y de un soldado, por su modo de caminar.

Recordar, v.t. Traer nuevamente a la memoria, con algunos agregados, algo que previamente se ignoraba.

Reconciliaci�n, s. Suspensi�n de hostilidades. Tregua armada para desenterrar a los muertos.

Reconsiderar, v. t. Buscar una excusa para una decisi�n ya tomada.

Recreo, s. Clase especial de aburrimiento que alivia una fatiga general.

Rectitud, s. Virtud s�lida que sol�a encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional de la pen�nsula de Oque. Misioneros que volv�an de all� hicieron varios tibios intentos por introducirla en Europa, m�s, al parecer, la expusieron con escasa convicci�n, como se desprende del �nico serm�n conocido del piadoso obispo Rowley, del que damos un pasaje caracter�stico: "Ahora bien, la rectitud consiste no s�lo en un santo estado de �nimo, ni siquiera en cumplir los ritos religiosos y obedecer la letra de la ley. No basta ser piadoso y justo; es necesario conseguir que los otros alcancen el mismo estado; y el medio justo para ese fin es la compulsi�n. Porque as� como mi injusticia puede hacer da�o a otro, del mismo modo la injusticia de �ste puede perjudicar a un tercero, cosa que manifiestamente debo impedir, as� como evito mi propio mal. En consecuencia, si quiero ser recto, debo impedir, por la fuerza si es necesario, que el pr�jimo acometa esas injuriosas empresas de las que yo mismo, gracias a una mejor disposici�n y a la ayuda del Cielo, me abstengo."

Recuento de votos, s. En pol�tica norteamericana, nuevo tiro de dados que se acuerda al jugador contra quien est�n cargados.

Redenci�n, s. Exenci�n de castigo que consiguen los pecadores asesinando al Dios contra el que pecaron. La doctrina de la Redenci�n es el misterio fundamental de nuestra santa religi�n, y quien crea en ella no perecer�, sino que gozar� de vida eterna para tratar de comprenderla.

Redundante, adj. Superfluo; innecesario; de trop

Dijo el Sult�n: "Hay prueba, y abundante, de que este perro infiel es redundante." Y el Gran Visir, de faz inexpresiva: "Al menos su cabeza es excesiva".

Habid Solim�n

"El se�or Debs es un ciudadano redundante"

Theodore Roosevelt.

(Eugene Debs. l�der ferroviario norteamericano, candidato presidencial en 1912, perseguido por Theodore Roosevelt. y encarcelado por Woodrow Wilson).

Refer�ndum, s. Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez p�blica.

Reflexi�n, s. Proceso mental que nos da una visi�n m�s clara del pasado y nos permite eludir peligros que no volveremos a enfrentar.

Refr�n, s. Dicho vulgar, proverbio. He aqu� algunos ejemplos:

Cuida los centavos, que los pesos se despilfarran solos.

Mejor tarde que antes de ser invitado.

Predicar con el ejemplo es mejor que seguirlo.

No dejes para ma�ana lo que pueda hacer otro.

El que r�e menos r�e mejor.

Hablando del lobo, termina por enterarse.

De dos males, trata de ser el menor.

Querer es poder decir "No quiero".

Regazo, s. Uno de los m�s importantes �rganos del cuerpo femenino, admirablemente previsto por la naturaleza para el reposo de la infancia, aunque se usa principalmente en las festividades rurales para sostener platos de pollo fr�o y cabezas de machos adultos. El macho de nuestra especie tiene un regazo rudimentario, imperfectamente desarrollado y que en modo alguno contribuye a su bienestar sustancial.

Reina, s. Mujer que gobierna el reino cuando hay un rey, y por medio de quien el reino es gobernado cuando no lo hay.

Relicario, s. Recept�culo destinado a recibir objetos sagrados, tales como fragmentos de la verdadera cruz, costillas de santos, las orejas de la burra de Balaam, los pulmones del gallo que incit� a Pedro al arrepentimiento, etc�tera. Los relicarios son generalmente de metal y tienen una cerradura para impedir que el contenido se derrame y obre milagros en momentos inoportunos. Cierta vez, una pluma del Angel de la Anunciaci�n escap� mientras se pronunciaba un serm�n en la bas�lica de San pedro y cosquille� de tal modo en las narices de la congregaci�n, que todos despertaron y estornudaron tres veces, con gran vehemencia. La "Gesta Sanctorum" refiere que un sacrist�n de la catedral de Canterbury sorprendi� la cabeza de san Dionisio en la biblioteca. Reprendida por el severo custodio, respondi� que estaba buscando un cuerpo de doctrina. Este chiste de mal gusto enfureci� tanto al diocesano, que el ofensor fue p�blicamente anatematizado, arrojado a una fosa y reemplazado por otra cabeza de San Dionisio, tra�da de Roma.

Religi�n, s. Hija del Temor y la Esperanza, que vive explicando a la ignorancia la naturaleza de lo Incognoscible.

--�Cu�l es tu religi�n, hijo? --pregunt� el arzobispo de Reims.

--Perd�n, monse�or. --replic� Rochebriant-- Me siento avergonzada de ella.

--�Entonces, por qu� no te vuelves ateo?--�Imposible! El ate�smo me avergonzar�a.

--En ese caso, se�or, deber�a usted convertirse al protestantismo.

Realizaci�n, s. Muerte del esfuerzo y cuna de la repugnancia.

Reloj, s. M�quina de gran valor moral para el hombre, que mitiga su preocupaci�n por el futuro al recordarle cu�nto tiempo le queda.

Rematador, s. Hombre que reafirma con un martillo que acaba de despojar una cartera con la lengua.

Renombre, s. Grado de distinci�n intermedio entre la notoriedad y la fama, algo m�s soportable que la primera, y un poco menos intolerable que la segunda. A veces es conferido por una mano inamistosa y desconsiderada.

Renta, s. Patr�n de medida natural y racional de la respetabilidad.

Otros criterios com�nmente aceptados son artificiales, arbitrarios y falaces. Porque como ha dicho con justicia Sir Sycophas Chrysolater, "la propiedad (moneda, tierras, casas o mercanc�as, o todo lo que nos pertenece por derecho para satisfacer nuestras necesidades) as� como los honores, t�tulos, privilegios y posici�n, o el conocimiento y favor de personas respetables o capaces, no tienen otro uso y funciones reales que el de obtener dinero. Luego, todas las cosas valen en la medida en que favorecen ese objetivo, y sus poseedores deben asumir un rango acorde con tal definici�n. En consecuencia, ni el propietario de un castillo improductivo --por grande y antiguo que sea--, ni el que ejerce una dignidad honoraria, ni el favorito, sin fortuna, de un rey, son estimados en un mismo nivel con quien acrecienta diariamente su fortuna; y aquellos cuyo patrimonio es est�ril no pueden aspirar en justicia a un honor m�s grande que el de los pobres e indignos".

Renunciar, v. t. Ceder un honor a cambio de una ventaja. Ceder una ventaja a cambio de otra ventaja mayor.

Reparaci�n, s. Satisfacci�n que se da por un mal cometido, y que se deduce de la satisfacci�n experimentada al cometerlo.

R�plica, s. Insulto prudente al contestar. Practicada por se�ores que tienen una repugnancia innata por la violencia, junto con una fuerte tendencia a ofender. En una guerra de palabras, t�ctica del indio norteamericano.

R�plica (art�stica), s. Reproducci�n de una obra de arte por el artista original. Se la llama as� para distinguirla de la "copia", que est� hecha por otro artista. Cuando ambas est�n ejecutadas con la misma habilidad, la r�plica es m�s valiosa, pues se supone que es m�s bella de lo que parece.

Reportero, s. Periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en una tempestad de palabras.

Reposar, v.i. Dejar de fastidiar.

Representante, s. Miembro de la C�mara Baja en este mundo, sin esperanza visible de ascenso en el pr�ximo.

Reprobaci�n, s. En teolog�a, condici�n de un mortal sin suerte condenado antes de nacer. La doctrina de la reprobaci�n fue predicada por Calvino; el regocijo que ella le causaba se ve�a un poco empa�ado por su convicci�n, triste y sincera, de que si bien algunos est�n predestinados al infierno, otros lo est�n a la salvaci�n.

Rep�blica, s. Naci�n en que, siendo la cosa que gobierna y la cosa gobernada, una misma, s�lo hay autoridad consentida para imponer una obediencia optativa. En una rep�blica, el orden se funda en la costumbre, cada vez m�s d�bil, de obedecer, heredada de nuestros antepasados que cuando eran realmente gobernados se somet�an porque no ten�an otro remedio. Hay tantas clases de rep�blicas como grados entre el despotismo de donde provienen y la anarqu�a adonde conducen.

Rep�blica, s. Entidad administrativa manejada por una incalculable multitud de par�sitos pol�ticos, l�gicamente activos pero fortuitamente eficaces.

R�quiem, s. Misa de difuntos que (seg�n nos aseguran los poetas menores) entona la brisa sobre las tumbas de sus favoritos. a veces, para variar el entretenimiento, les canta una eleg�a.

Rescate, s. Compra de lo que no pertenece al vendedor, ni puede pertenecer al comprador. Es la m�s improductiva de las inversiones.

Residente, s. y adj. El que no puede irse.

Respetabilidad, s. Fruto amoroso de una calva y una cuenta bancaria.

Respirador, s. Aparato ajustado sobre la nariz y la boca de un londinense para filtrar el universo visible en su paso hacia los pulmones.

Resplandeciente, adj. D�cese de un sencillo ciudadano norteamericano cuando se atav�a como un duque en su logia mas�nica, o cuando afirma su importancia en el Esquema de las cosas como unidad elemental de un desfile. Los Caballeros del Dominio estaban tan resplandecientes en sus casacas de oro y terciopelo que sus patrones dif�cilmente los hubieran reconocido. ("Cr�nicas de las Clases").

Responder, v. t. e i. Dar respuesta, o manifestar de otro modo que se tiene conciencia de haber inspirado un inter�s en lo que herbert Spencer llama "eternas coexistencias"; fue as� como sat�n "achatado como un sapo" junto a la oreja de Eva respondi� al toque de la lanza del �ngel. Responder por da�os, es contribuir al sost�n del abogado del demandante y, de paso, a la satisfacci�n del propio demandante.

Responsabilidad, s. Carga desmontable que se traspasa f�cilmente a las espaldas de Dios, el Destino, la Fortuna, la suerte, o el vecino. Los aficionados a la astrolog�a suelen descargarla en una estrella.

Restituci�n, s. Fundaci�n o sost�n de universidades y bibliotecas p�blicas por medio de legados o donaciones.

Restitutor, s. Benefactor; fil�ntropo.

Resuelto, adj. D�cese de quien sigue obstinadamente una l�nea de conducta que aprobamos.

Resultado, s. Tipo particular de desenga�o. Esa clase de inteligencia que ve en la excepci�n la prueba de la regla, juzga la sabidur�a de un acto por su resultado. Esto es un absurdo inmortal; la sabidur�a de un acto deber�a juzgarse seg�n las luces del autor al cometerlo.

Retaguardia, s. En doctrina militar norteamericana, parte expuesta del ej�rcito que se encuentra m�s cerca del Congreso.

Revelaci�n, s. Libro famoso en que el divino San Juan ocult� todo lo que sab�a. La revelaci�n corre por cuenta de los comentaristas, que no saben nada.

Reverencia, s. Actitud espiritual de un hombre frente a un dios, y de un perro frente a un hombre.

Revoluci�n, s. En pol�tica, abrupto cambio en la forma de desgobierno. Espec�ficamente, en historia norteamericana, reemplazo de un ministerio por una Administraci�n, que permiti� que el bienestar y la felicidad del pueblo progresara media pulgada por lo menos. Las revoluciones vienen generalmente acompa�adas de una considerable efusi�n de sangre, pero se estima que valen la pena, sobre todo para aquellos beneficiarios cuya sangre no corri� peligro de ser derramada. La revoluci�n francesa es de indudable valor para el socialista de hoy: cuando tira los hilos que mueven su esqueleto, sus gestos infunden un terror indecible a los sangrientos tiranos sospechados de fomentar la ley y el orden.

Rey, s. Personaje masculino al que suele llamarse en los Estados Unidos "una cabeza coronada", aunque nunca usa corona y por lo general no tiene cabeza digna de ese nombre.

Rezar, v. i. Pedir que las leyes del universo sean anuladas en beneficio de un solo peticionante, confesadamente indigno.

Rico, adj. D�cese del que tiene en cauci�n, con el compromiso de rendir cuentas, los bienes de indolentes, incapaces, pr�digos, envidiosos y desafortunados. Este es el criterio que prevalece en el hampa, donde la Fraternidad del Hombre encuentra su desarrollo m�s l�gico y su defensa m�s candorosa. Para los habitantes del mundo intermedio, la palabra significa bueno y sabio.

Rid�culo, s. y adj. Palabra destinada a probar que la persona a quien se aplica carece de la dignidad de car�cter de quien la pronuncia. Seg�n Shaftesbury, el rid�culo es la prueba de la verdad: afirmaci�n rid�cula, pues muchas solemnes falacias han sobrevivido a siglos de rid�culo, sin que disminuyera su aceptaci�n popular.

Rima, s. Concordancia de sonidos en la punta de dos versos, generalmente malos y aburridos.

Rimador, s. Poeta considerado con indiferencia o falta de estima.

R.I.P. Abreviatura distra�da de "requiescat in pace", con que se testimonia una indolente buena voluntad hacia los muertos. Seg�n el erudito doctor Drigge, originariamente significaba "reductus in pulveris", o reducido a polvo.

Riqueza, s. Don del Cielo que significa: "Este es mi hijo bien amado, en quien he puesto toda mi complacencia" (John D. Rockefeller). Recompensa del esfuerzo y la virtud (J.P.Morgan). Los ahorros de muchos en las manos de uno (Eugene Debs). El inspirado lexic�grafo lamenta no poder agregar nada de valor a estas excelentes definiciones.

Risa, s. Convulsi�n interna, que produce una distorsi�n de los rasgos faciales y se acompa�a de ruidos inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La tendencia a los ataques de risa es una de las caracter�sticas que distinguen al hombre de los animales, que se muestran no s�lo inaccesibles a la provocaci�n de su ejemplo, sino inmunes a los microbios que originariamente provocaron la enfermedad. Si la risa puede contagiarse a los animales mediante inoculaci�n a partir de un ser humano, es un problema que no ha sido resuelto experimentalmente. El doctor Meire Witchell sostiene que el car�cter infeccioso de la risa se debe a la instant�nea fermentaci�n de la saliva pulverizada, y por lo tanto designa a esta dolencia con el nombre de "Convulsio spargens".

Rito, s. Ceremonia religiosa o semirreligiosa establecida por la ley, el precepto o la costumbre, de la que se ha estrujado meticulosamente el aceite esencial de la sinceridad.

Ritualismo, s. Jard�n de Dios donde �l puede caminar en rectil�nea libertad, con tal de no pisar el pasto.

Ron, s. Bebida ardiente que produce locura en los abstemios.

Rostrum, s. En lat�n, pico de un ave o proa de un barco. En norteamericano, tribuna desde donde un candidato expone a la turba su sabidur�a, virtud y poder.

Ruido, s. Olor nauseabundo en el o�do. M�sica no domesticada. Principal producto y testimonio probatorio de la civilizaci�n.

Rumor, s. Arma favorita de los asesinos de reputaciones.

Ruso, s. Persona de cuerpo cauc�sico y alma mong�lica. Em�tico t�rtaro.



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